El producto político

El marketing constituye una disciplina cuyo origen se remonta a principios del siglo XX y que, a día de hoy, permanece en continuo desarrollo. Cualquier actividad cuya finalidad sea detectar las necesidades de los consumidores y satisfacerlas forma parte del marketing. Es por eso que las empresas deben llevar a cabo un continuo seguimiento de sus clientes y realizar una mejora continua de sus ofertas en función de dicho seguimiento. De ahí que la búsqueda del éxito en marketing es interminable.

marketingstreetsignPero el marketing no se circunscribe sólo al entorno empresarial. Se trata de una actividad sobradamente conocida por la mayor parte de la población y lo suficientemente amplia como para ser aplicada a cualquier otro ámbito, como la política. En estas circunstancias, cuando los mecanismos y las estrategias de comunicación se convierten en el centro de las operaciones de un partido político, es cuando surge la necesidad de entender nuevas formas de hacer política. Cuando la pérdida de confianza de los electores, la desafección política y las incoherencias ideológicas de los partidos se hacen más evidentes, es entonces cuando se produce la incorporación de las técnicas competitivas del mercado al ámbito de la política.

Votantes que consumen y consumidores que votan. Con este título reza un artículo de Juan Diego Sánchez Martínez, que recoge algunas de las características que comparten el marketing político y el comercial. El principal objeto de estudio en los dos casos es el votante-consumidor, cuyas necesidades se pretenden satisfacer, ofreciéndoles un producto de mejor y de mayor calidad; si bien es cierto que éste es el principal objetivo, no es menos cierto que existen diferencias en el modus operandi de ambos.

El fin último del marketing político es que su cliente gane las elecciones y, en este sentido, la responsabilidad del marketing político va más allá de la del comercial, ya que el producto no se puede desechar, salvo en raras excepciones, hasta pasados cuatro años. Los candidatos y los partidos políticos son objetos de seguimiento, de análisis y de críticas no controlados por los medios de comunicación, mientras que los productos que promueve el marketing empresarial no están sujetos al escrutinio constante. Asimismo, no es obligatorio ocupar el primer lugar siempre que la empresa tenga el éxito financiero, mientras que en el marketing político la única meta es ganar el primer lugar.
 Y en cuanto a gastos se refiere, los gastos de promoción en el ámbito comercial no tienen límites, más allá de los que la capacidad económica de la empresa marque, mientras que en política, el origen y los gastos de campaña están reglamentados por la ley y tienen topes.

Pero quizá, lo más significativo de todo es que la venta en sí de los productos comerciales puede realizarse en cualquier momento, cualquier día del año, mientras que en política la fecha de la elección es única y no la escogemos nosotros, de ahí el interés en que las campañas sean permanentes.

Semejanzas lógicas entre política y empresa, entre productos políticos y comerciales, pero diferencias más lógicas que han llevado a estas dos disciplinas a diferenciarse y a separarse hasta constituir actividades profesionales independientes.

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