Un Triunvirato para Ferraz

Allá por el siglo I a.C. y fruto de la alianza de tres (trium-) hombres (vir), surge en la Antigua Roma una forma de gobierno ejercido por tres personas a la vez, el Triunvirato. Con César, Pompeyo y Craso se firma de manera tácita el primero y Octavio, Lépido y Marco Antonio conforman oficialmente el segundo. Envueltos entre inspiraciones y conspiraciones, el primero terminó con el asesinato de César y el segundo con el dominio absoluto de Augusto en el mundo romano. De la República al Imperio. Sea cuales fueren los motivos, lo cierto es que el afán de poder y dominio sobre el mundo terminaron con las alianzas preestablecidas, que se presuponían necesarias para consolidar el gobierno de las instituciones.

Algo parecido es lo que está ocurriendo en estos momentos en el PSOE, aunque con dos diferencias –entre otras muchas- más que evidentes. Una, que la terna está formada por dos hombres y una mujer; y dos, que lo que se presuponía debería ser una alianza, se presenta en sus orígenes como una lucha a cielo abierto.

Dos hombres, Pedro Sánchez y Patxi López, cada uno con su peculiar trayectoria, y una mujer, Susana Díaz, que parece ser la candidata idónea para la Secretaría General del Partido y que tendrá como púgil directo a Pedro Sánchez. Ese hombre, para cuya campaña a las primarias el aparato del partido pedía en Andalucía cuotas voluntarias, ahora se ha convertido en el principal rival a batir por Susana Díaz. Ese hombre, a favor del cual remaba en las primarias, ahora es el enemigo que hay que derribar, porque Patxi López parece estar fuera de la quiniela.

No deja de ser, cuando menos, curioso que quienes un día fueron sus cadáveres, hoy apoyan a pecho descubierto la candidatura de Susana Díaz. La andaluza mostró su apoyo a Carme Chacón frente a Rubalcaba y, posteriormente, propició la candidatura de Pedro Sánchez en las primarias frente a Tapias y Eduardo Madina –pupilo de Rubalcaba-. Pero no pasa nada. No hay escrúpulos. Susana ha presentado sus credenciales en un acto arrollador en IFEMA, rodeada y arropada por los dirigentes históricos del partido, los del pasado y los del presente, los “de siempre”. Porque el fin último es “volver a ganar el país”, todos juntos, unidos y reconciliados. (Se cierra el telón)

En fin. En esto se ha convertido la historia del partido, en un tratado de lucha por el poder, en un ‘a ver a quién devoro’ o ‘por quién me dejo devorar’. Lo cierto es que ya no se respetan las amistades anteriores, los lazos de afecto, el luchar por una única causa. Ya no.

Es así de cruel, pero es lo que tiene la lucha por el poder.

2 comentarios
  1. Es así de triste, pero es así de verdad. Qué buen texto, Guadalupe.

    1. Gracias, Juan Pedro. Tristemente, es así.

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