El consultor y sus valores

Los valores son esas cualidades que nos definen como personas y que están muy por encima de nuestro comportamiento. Son ellos los que marcan el equilibrio y la coherencia entre pensamientos y acciones; los que nos permiten actuar de uno u otro modo. Pueden variar, pero siempre permanecen. 

Actualmente, en política, se habla mucho de esos valores que algunos representantes políticos han ido perdiendo con el paso de los años. El amplio espectro de partidos y la delgada línea que separa a unos y otros ha hecho que el cursus honorum de los candidatos se haya convertido en una verdadera pugna por alcanzar el poder. En ocasiones, el peaje que tienen que pagar pasa por dejar de creer en lo que un día creyeron o en hacer actos de fe con nuevas creencias.

Hablamos de responsabilidad, de respeto, de humildad, de honradez, de sinceridad, de bondad… en política, que no solo en los políticos. Pero, ¿que hay, por ejemplo, de los consultores? ¿Cómo andamos de valores? ¿Preservamos la integridad o hay quien va perdiendo razones por el camino? ¿Somos capaces de mantenernos en el marco de nuestra profesionalidad o traspasamos, también, esa línea? No seré yo quien tire piedras sobre mi propio tejado, pero sí es cierto que todos deberíamos hacer un repaso a nuestro vademecum y asegurarnos de que aquello que nos impulsó a dar lo mejor de nosotros mismos para que esos políticos fueran reales, íntegros, fiables, sinceros, humanos, respetados y respetables, todo eso hoy sigue intacto.

No estaría de más asegurarnos de que seguimos trabajando para que el protagonista de la campaña sea el propio candidato y no nosotros. Nuestra posición debe estar detrás de bambalinas, en la sombra, porque no hay trabajo más gratificante que aquel que ves brillar desde la distancia sin necesidad de ponerle nombre y apellidos. Ahí radica la humildad del consultor. No es necesario que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha.

¿Y qué ocurre cuando no hacemos las cosas bien? ¿Cuándo no obtenemos los resultados previstos? ¿Somos honrados como para admitir los errores cometidos? ¿Somos honrados cuando hay que testear los pro y los contra de la campaña? ¿Y de las bondades, defectos, cualidades, manías, ideas… del candidato? ¿Decimos lo que creemos o lo que debemos?

Ya, las respuestas son de Perogrullo, pero ahí las dejo por si alguien quiere hacerse un análisis DAFO para comprobar el nivel de profesionalidad con el que cuenta. Es nuestra responsabilidad hacer el mejor trabajo y, para eso, hay que estar seguros de ser los mejores con nuestros mejores valores.

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