Fin de campaña

Concluye la campaña de las elecciones europeas y tengo la sensación de que nada ha evolucionado. Seguimos anclados en ideologías tradicionalistas de que nuestro voto nada importa, de que Europa nos queda un poco lejos y de que ni Junker ni Schulz ni ningún otro candidato va a representarnos. ¡Craso error! La política europea nos influye mucho más de lo que imaginamos y no sólo en lo que a temas económicos se refiere.

Fuente: http://www.lareformalaboral.es/pagos-en-especie-reforma-laboral.asp
Fuente: http://www.lareformalaboral.es/pagos-en-especie-reforma-laboral.asp

Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo, apuntaba que el reto de las elecciones es que se desarrolle en clave europea y no nacionalista: “Los ciudadanos tienen que saber hasta qué punto es valioso su voto”. Pero la realidad es otra muy distinta. Partimos de la base de que muchos electores desconocen la composición del Parlamento, el papel y cómputo total y parcial de los eurodiputados y, si me apuráis, hasta el número de países que conforman la Unión. Si a eso le sumamos la desafección hacia lo político, originada por la crisis económica, y el poco interés que nuestros representantes tienen por dar a conocer la política europea, el resultado será la abstención, el voto de castigo o el ascenso de partidos minoritarios.

En los últimos días hemos visto cómo, a dos bandas o a seis, los partidos políticos candidatos a representarnos en Europa se han enfrentado dialécticamente ante una audiencia deseosa de escuchar algo distinto, algo que estimulara el voto y que marcara las diferencias entre unos y otros. Pero España no cuenta con una tradición al más puro estilo americano, donde los candidatos responden a cuestiones formuladas por los ciudadanos. Una tradición que arranca de los años sesenta y que ha servido para cimentar las opciones de algunos y tumbar las esperanzas de otros.

En España los debates se introdujeron a principios de los 90, aunque no volvieron a repetirse hasta 15 años después. Desde entonces, año tras año se han venido celebrando debates televisados entre los candidatos de los principales partidos políticos aspirantes al poder y año tras año los resultados han sido los mismos. Debates electorales que atraen audiencias masivas y se convierten en noticias de portada en todos los medios de comunicación durante días pero que, en cuanto al voto, apenas lo modifican. Lo que hacen es reforzar las ideologías preexistentes. El ciudadano, prejuiciado por sus propias tendencias políticas, suele ver lo que quiere ver. Tiende a ignorar aquella información negativa sobre su candidato y percibir sólo la positiva.

Pero, los intereses partidistas van más allá de todo esto. Alejados de esa política que promueve la integración de países, los debates que hemos presenciado estos días han sido debates sin trascendencia, centrados mayoritariamente en la política española y tangencialmente en la europea, y que no han hecho sino constatar que aquí no se entiende ni el fondo ni la forma de la palabra ‘debatir’; que aquí los políticos pactan todo, hasta las preguntas, antes de salir a la palestra; que aquí seguimos políticamente aletargados y nos costará resurgir de las cenizas, cual Ave Fénix.

A pesar de los pesares, I’am a voter y cumpliré con mis obligaciones de ciudadana europea, como creo que todos deberíamos hacer. Mentiría si dijera que no entiendo por qué hay quienes no se acercarán a las urnas el día 25 de mayo. Mentiría y, por eso, sólo por eso, no lo voy a decir.

2 comentarios
  1. Reblogueó esto en PROTOCOL BLOGGERS POINTy comentado:
    Originalmente publicado en Politic & Speech

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